martes, 29 de julio de 2014

¡Viva el Perú!




Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Pablo Neruda


Mirando el horizonte en esos atardeceres memorables de verano, no distingo un límite, el cielo me muestra caminos, historias, destinos, la sombra de la noche aparece imponente. Se percibe plena paz, armonía infinita en todos los elementos de la naturaleza, me dejo envolver por el juego inconfundible de colores perversos y amables que el cielo en su inmensidad esconde. Una luna me sonríe, yo le sonrió a ella, un coqueteo místico entre dos seres nacidos de un todo, un solo pensamiento aflora en mi ser, una conformidad con mi origen, con mi raza, con mi vida, con mi patria.

Revolviendo el pasado de mis más próximos ancestros, pude identificar en la mayor parte de ellos un especial y fervoroso apego hacia su patria, hacia mi país, Perú. Databa el día 28, del mes de Julio, del año 1821, cuando un joven gallardo de nacionalidad argentina, Don José de San Martín, tras una complicada conspiración con las masas indias, mestizas y criollas logró liberar al Perú  del poderío de la corona española que se habían asentado en el territorio peruano con el nombre de colonia durante casi tres siglos. Fue de aquel glorioso día el origen de la República Peruana, la alegría de sus habitantes invadió toda la nación, ya no había opresión española, ¡Al fin libres!, gritaban todos. Sin embargo a lo largo de ese siglo la paz que se supone obtendríamos luego de aquel radical cambio se vio ennegrecida por dos grandes enfrentamientos bélicos: La Guerra con España de 1864 – 1866 y la Guerra de Pacífico de 1879 – 1883. Estos dos conflictos (En especial el último) y el arduo trabajo de reconstrucción nacional que se llevaron los antiguos peruanos durante ocho gobiernos y más de un lustro de años, generó en ellos y en su seguidas generaciones un sentimiento profundo de identidad y amor hacia el Perú. Durante este periodo y los próximos cincuenta años era usual ver en las escuelas y en las calles peruanas a personas cantar el himno nacional y las deliciosas canciones criollas con voz ardiente que al ser escuchadas conmovía y alimentaba las almas de cada uno de sus intérpretes y oyentes, las multitudes desfilaban por las calles portando orgullosos una escarapela  bicolor en el lugar preciso en donde se puede oír el ritmo cardíaco, los hogares tendían en sus altas y enmaderadas cubiertas una bandera rojiblanca que victoriosa y llena de pasión se batía con el viento.


Pablo Neruda  fue un famoso poeta del siglo XX, que a pesar de su nacionalidad chilena, escribe un conjunto de XIII poemas denominado “Las alturas de Machu Picchu”, en cuyos versos se puede denotar una profunda admiración por el territorio peruano y la majestuosidad que aquella ciudadela inca que no solo representa un trozo de un imperio extinto, sino que también el renacimiento de una etnia y la valoración de sus forjadores.




Entonces me pregunto: ¿Hace falta el poema de un extranjero para ver lo maravilloso de nuestro país? ¿Era necesario que Hiran Bingham se autodenomine como “descubridor científico” de Machu Picchu para darnos cuenta de lo que ya teníamos? ¡No! Aprendamos a amar a nuestro país, llenémonos de algarabía cuando podamos deleitarnos con esa culinaria excelente que poseemos, bailemos un huayno, una polca, un festejo, una marinera, aprendamos a emocionarnos con un vals, reconozcamos el talento nacional, miremos nuestros territorios y enorgullezcámonos por tener tan ricas tierras, tan puro aire, tan bellas playas, tan majestuosas montañas, tan esplendorosa selva, tan diversas culturas y razas, elevémonos como el cóndor hacia la cima de los Andes y demostremos a mundo el gran honor que significa ser peruano, expongamos y presumamos en gran potencial de nuestro país, luchemos por ser cada día por alcanzar la perfección, así y solo así llevaremos a nuestra patria a cumbre del mundo.

Si usted al igual que yo es peruano, en estos días festivos, deténgase un momento, mire al cielo, sienta el susurro del viento, conmuévase junto con la luna, vuélvase a plantear porque realmente peruano, si es porque nació dentro de este territorio o porque se siente orgulloso de su país. Bien me despido expresándole a todos mis compatriotas en general “Felices Fiestas Patrias”, por el sacrificio de nuestros ancestros y por la libertad que nos otorgó San Martín ¡Viva el Perú! Aquí les dejo un audio de poema del celebre Neruda a Machu Picchu, disfrútenlo.







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